Cada vez que algo nuevo pasa en nuestras vidas, ese momento se convierte en un punto referencial al que siempre volvemos al hablar de nosotros mismos, estos momentos determinan de alguna forma nuestra manera de ver el mundo, y nos van construyendo una idea de cómo funciona todo fuera de nosotros.
En mi experiencia, he sentido que me retrasé con las experiencias románticas, dejé para luego los efectos que pudieran tener las emociones y las idealizaciones en mí, me encerré en un mundo interno creado por libros, películas, series e historias ajenas, preguntándome cuándo tendría esa experiencia en primera persona.
Debo decir que no es que haya sido un problema, para ser honesto, había tantos problemas en las historias ajenas que no tenía gran emoción por sus vidas, pero he sido toda la vida un amante de las emociones intensas, lo que es muy curioso, he descubierto que eso se debe a un déficit de dopamina producto de un trastorno del neurodesarrollo, en este momento eso le da sentido a una experiencia en particular que tuve, que me llevó al caos, pero también me graduó en su carrera que produce nuevos mundos.
Ya han pasado algunos años desde el momento que estos eventos iniciaron, aunque podría decir que solo ha pasado un año desde que puedo hablar libremente de ellos, mi punto de referencia sobre cómo es ser adicto a una persona y que luego desaparezca, me llevó a pensar que debería existir un grupo de apoyo como el que hacen para los alcohólicos o drogadictos, al punto que yo mismo comencé a trabajar en ello y le puse por nombre “Despechados anónimos”, usando expresiones que mi cultura conoce perfectamente.
He observado que las personas no se toman lo suficientemente en serio el proceso que vive una persona con desequilibrio emocional producto de una ruptura romántica, tan vulnerable queda una persona que el sentido de la vida se pone borroso.
¿De qué sirve la vida si no hay a quien amar?
Podemos perder a grandes personas, mentes brillantes, solo por la pérdida del sentido de su vida cuando alguien importante decide irse de su vida, es un problema complejo que hay que manejar con cuidado y que a mi me llevó dieciocho meses lograrlo.
En esos meses me sentí como un nómada, de un lado al otro buscando respuestas para recuperar el equilibrio dentro de mi y lograr recuperar la plenitud, de manera que, las acciones de quienes decidieron salir mi vida dejaran de doler. Por la conciencia que tenía en medio de mi caos, cada paso que iba dando, lo iba estudiando, comencé a escribir un diario donde dejé toda mi “basura emocional”, esto me ayudó a recuperar un poco el orden de mis pensamientos, y uno por uno fui procesado cada deseo y proyecciones incompletas que quedaron pendientes, el resultado final de esto fué la aceptación, de lo que pasó y lo que en ese momento estaba pasando.
La aceptación no es algo que puedas simplemente decirlo y lograrlo, aunque dentro de ti comprendes que debes aceptar lo que ha pasado y lo que eres en el momento, mientras no logremos sentirnos bien, seguiremos atados a esos puntos de quiebre de los que tenemos algo que aprender.
Esta es un pequeño vistazo de lo que aprendí en mi experiencia, que pareciera no conectar con la historia de las cartas quemadas, sin embargo, precisamente cuando logras aceptar lo que viviste y lo que eres, nos lleva al desapego en todo sentido, y al mismo tiempo, quizás, nos hace más consciente de las cosas y de las personas que de alguna forma somos dependientes.
Las cartas quemadas, fueron el punto final del proceso que viví cuando por fin llegó mi turno de caer en el vicio de afecto emocional, físico y romántico, una experiencia emocionante pero que me llevó a lo que considero que fue el punto más decadente que mi mente alguna vez pudo haber estado.
Como ya ha pasado mucho tiempo desde ese momento, hay muchos detalles de la historia que ya se han hecho tan borrosos que se hace difícil de contar, y en los momentos en los que estos pensamientos me afectaban, conté tantas veces la historia que yo mismo me aburri de ella, aunque debo decir que básicamente fue como la historia de romeo y julieta pero sin muertos, y con mucha menos pasión, por que al final se termino tan rapido que mi mente no lo pudo ni comprender fácilmente.
Ahora todas estas cosas me parecen graciosas, las cosas que hice en ese momento, fueron muy divertidas y al mismo tiempo tontas, pero muy emocionantes, entre esas cosas están una serie de cartas que el origen de mi adicción escribió para mí, en ellas refleja sentimientos muy intensos, que con el paso del tiempo, al parecer desaparecieron. La verdad es que, no puedo hablar por ella, pero ella tampoco puede participar en mi reflexión.
Recibir cartas cargadas de sentimientos intensos, de una persona que también provoca en ti sentimientos intensos, ha sido de las experiencias más significativas que he tenido, por mucho tiempo estas cartas fueron para mí como un tesoro que pensé que guardaría para siempre, por ser “la primera vez” que una persona escribía cartas para mí.
Es interesante cómo le damos valor a ciertas cosas, como estas cartas que se fueron devaluando con el tiempo, de ser un tesoro pasaron a ser un símbolo de dependencia, me dí cuenta que no me podía deshacer de ellas, porque era como seguir teniendo una parte de su autora conmigo, y pensar en la posibilidad de que no estuvieran me afectaba muchísimo.
Recientemente, luego de haber cumplido el proceso, y en parte también luego de haber olvidado un poco estas cartas, me tope con ellas de nuevo, seguían en el mismo lugar que las habias puesto, obviamente, al verlas de nuevo, luego de haber trabajado tanto en mis heridas emocionales, vinieron a mi de nuevo los recuerdos con su autora, pero no hubo dolor sino que hubo alegría y gratitud.
Alegría por haber vivido esa experiencia y gratitud por lo que aprendí de ella, afortunadamente me di cuenta que ya no significaban nada, lo cual fue muy agradable para mi. En ese momento, un par de palabras de alguien que nunca había regresado conmigo, ni siquiera para saludar, no valían ni significaban nada, y para ese momento, solo sumaba a la lista de cosas que ocupaban espacio en mi habitación.
tal vez, así como las cartas ocupaban espacio en mi habitación, siendo objetos inservibles, también guardamos dentro de nosotros pensamientos que ya no sirven para nada porque no aportan a quienes somos ahora, habrá que revisar periódicamente las habitaciones dentro y fuera de nosotros para sacar lo que ya no hace falta y disfrutar de la sensación de liberación que trae la limpieza.
Estaba entonces en una fiesta en mi casa con unos amigos y les comenté sobre las cartas, para luego proponer que las quemáramos, ellos se sintieron muy emocionados, a mi me pareció divertido, había un extraño simbolismo cinéfilo en ello. Busqué las cartas, ni siquiera las volví a leer, ya no me importaba lo que decían, ya no existía nada de lo que allí se decía, buscamos hojas secas y unas cuantas ramas, un encendedor y unas hojas de papel porque el encendedor no funcionaba muy bien.
Mi familia es excursionista por tradición, he encendido fogatas desde que tengo unos seis años, aunque hubiera podido simplemente quemar una por una las cartas, era más divertido hacer una fogata como si estuviéramos en un campamento. Le di a mis dos amigos una de las cartas y les dije que participaran también, en medio de la emoción por el fuego como los primeros hombres hábiles de la historia, fuimos poniendo una a una las cartas en el fuego, viendo como desaparecen, convirtiéndose en cenizas, volviendo a la suma de todo en el universo, y tal vez, regresando a la misma autora de esas palabras, para ser utilizadas de nuevo con otra persona.
Mientras las cartas iban desapareciendo me di cuenta que al igual que en el momento que volví a ver las cartas después de mucho tiempo, no sentía nada en especifico, no había ni alegría, ni tristeza, porque ya nada me conectaba con ellas, ya no necesitaba de la presencia de ella para seguir siendo yo, y así como limpiar la casa, solo hubo liberación, aceptación, paz interior.
No guardo ningún sentimiento negativo por la escritora de cartas, agradezco el tiempo compartido y lo que he aprendido por ello, si pudiera yo aportar a su crecimiento así como, de alguna forma, ella lo hizo conmigo, lo haría con gusto.
Estas cartas quemadas fueron muy significativas para mi, aunque no haya sentido nada, precisamente eso era lo importante, lo que vino después, fue el camino que debía continuar, que se puso en pauso mientras cumplia con este proceso, cuando solté el peso extra y levanté la mirada, nuevos caminos aparecieron, y también nuevas personas fui conociendo.
0 Comentarios